¿Alguna vez has abierto las puertas del armario y has percibido un olor extraño que viene de tu ropa recién lavada? Los motivos pueden ser los más variados: demasiada ropa en el tambor, muy poco detergente o … ¡demasiado detergente!
Demasiado detergente
Si crees que una gran cantidad de detergente es la mejor manera de lavar la ropa, verás que esta afirmación no es realmente cierta. Desafortunadamente, no siempre es fácil comprender cuándo la cantidad es incorrecta y excesiva. Algunas pistas útiles pueden venir por una formación excesiva de espuma durante el proceso de lavado, o por el olor desagradable que posteriormente desprende la ropas.
En cantidades excesivas, la mayoría de los tensioactivos presentes en el detergente no pueden unirse a las partículas de suciedad y, en consecuencia, se depositan en la ropa y no se enjuagan adecuadamente. Una vez que la ropa se haya secado (y planchado), las moléculas orgánicas de los tensioactivos comenzarán a descomponerse, desarrollando un desagradable olor rancio.
Muy poco detergente
¿Quizás pensaste que una pequeña cantidad de detergente es la solución correcta? Una vez más, no es correcto. En este caso, el mal olor se debe a que las prendas no han sido realmente lavadas. De hecho, con muy poco detergente habrá pocos tensioactivos que puedan unirse a las numerosas partículas de suciedad. En consecuencia, la suciedad permanece en el agua de lavado, se deposita sobre los tejidos durante el aclarado y se descompondrá una vez que las prendas estén secas.